Un jalón/latigazo, o más precisamente, “el síndrome del latigazo cervical” (SLC), es un término usado para describir los numerosos tipos de lesiones que pueden ocurrir durante una colisión automovilística.
La columna cervical está compuesta de estructuras óseas, ligamentos (los que mantienen los huesos juntos), tendones (los que conectan los músculos y los huesos), nervios (los que dan fuerza a los músculos y nos permiten sentir), discos (los que absorben impactos entre nuestras vertebras), y otros tejidos que pueden lastimarse dependiendo de una gran cantidad de factores. ¡El cerebro también puede sufrir lesiones (i.e. una conmoción cerebral) durante un choque aun si no hay un golpe directo a la cabeza! Los individuos involucrados en accidentes automovilísticos también pueden experimentar lesiones en el hombro, pecho, abdomen, espalda media y/o baja y extremidades a causa del cinturón de seguridad.
Existen un sin número de factores que pueden aumentar el riesgo de una lesión como: el tamaño de los vehículos (el peor caso ocurre cuando un vehículo de gran tamaño colisiona con uno pequeño), la dirección del choque, la posición de la cabeza al momento del impacto (la peor posición es estar volteado), el tamaño del cuello (las mujeres tienen el riesgo más alto), el ángulo y elasticidad o movimiento del asiento, la posición de descanso de la cabeza (usualmente demasiado abajo), y la cantidad de daño ocurrido al vehículo (o la falta de).
¡Lo último es lo más sorprendente de todo! cuando un auto de carreras choca, puede que haya notado que éstos están diseñados para desmantelarse hasta que lo único que queda es la jaula donde se encuentra el conductor. La razón de ello es porque cuando ocurre una colisión, la energía del impacto (o “fuerza G”) es absorbida por los metales al doblarse o por las piezas al desprenderse; si el vehículo se construye “como un tanque” y no se aboyan o desprenden los materiales, la energía del impacto se transfiere al interior del vehículo, es decir, ¡al conductor y sus acompañantes!
Lo anterior demuestra que el concepto de “si no hay daños al vehículo no hay lesiones” es en realidad completamente lo opuesto. Cuando hay choques de baja velocidad, no hay absorción de energía en el desprendimiento de partes o abolladuras a los metales, por lo que hay un riesgo mayor de sufrir una lesión en una colisión de baja velocidad cuando el vehículo receptor sostiene poco o ningún tipo de daño.