El tirón/latigazo o SLC (Síndrome del latigazo cervical) son términos usualmente conectados con accidentes automovilísticos y lesiones de cuello, pero ¿qué ocurre si una lesión en la cabeza o un traumatismo craneoencefálico (TCE) se presenta junto al SLC?
Nuestro cerebro está suspendido por ligamentos dentro del cráneo de los cuales se desprenden nervios y salen del cráneo a través de pequeños agujeros (“foramen”) que se sitúan cerca de las órbitas (ojos), oídos, la base del cráneo, y más. Estos nervios ayudan en funciones importantes como la habilidad de hacer caras chistosas, masticar, mover los ojos, oler, escuchar, saborear, ver, tragar, hablar/cantar, sacar la lengua, encoger los hombros, ¡e incluso ayudar en la regulación del ritmo cardiaco y la digestión! En una colisión automovilística, por la forma en que el cinturón de seguridad cruza con un ángulo frente al pecho, los estudios han encontrado que es SUMAMENTE IMPROBABLE que la cabeza y el cuerpo se muevan en línea hacia el frente y hacia atrás simultáneamente. En cambio, el tronco y la cabeza rotan o giran en el proceso de ir hacia adelante y hacia atrás del “latigazo”. Esto se intensifica si la cabeza estaba volteada al momento del impacto, como si estuviese viendo un espejo o mirando a un pasajero. El movimiento de giro lastima al cerebro pues éste colisiona con las paredes del cráneo, dañando las delicadas fibras nerviosas que permiten la comunicación entre distintas partes del mismo, este daño puede conllevar a “dificultades cognitivas” como perder una idea a la mitad de la oración, dificultad para “encontrar las palabras” en una conversación, y/o dificultad para recordar números o realizar cálculos simples. Fatiga, irritabilidad, insomnio, dolor de cabeza, cuello o cuerpo, agitación y demás síntomas están TODOS relacionados con la conmoción cerebral, SLC, TCE, síndrome posconmoción, ¡o cómo deseemos llamarlo!
Diversos estudios han demostrado que la cabeza NO tiene que golpearse contra algo para resultar en TCE. El movimiento de latigazo por sí mismo es suficiente para causar una lesión cerebral. Como se ha discutido anteriormente, hay muchos factores que determinan el nivel de lesión incurrida en un accidente automovilístico, tal como el tamaño de los vehículos, la velocidad de choque y el consecuente daño al automóvil, el cuello largo/Delgado contra corto y grueso (las mujeres tienen el mayor riesgo), la posición de descanso de la cabeza, la posición de la cabeza al momento de impacto, el ángulo y elasticidad del asiento, y más. Estos factores hacen sumamente difícil, si no imposible, reconstruir perfectamente un accidente vehicular, incluso en un choque ligero.
Regresando a la cabeza y el latigazo, hay pruebas que pueden realizarse para determinar el grado de daño de TCE, aunque se debate qué enfoque es el mejor. El tratamiento por un grupo multidisciplinario incluyendo neuropsicología, psicología clínica, nutricionistas y quiroprácticos, en conjunto con medicamentos, masajes terapéuticos, pulsos de campo magnético y acupuntura es considerado como el enfoque más exhaustivo y tal vez el mejor. Las “buenas noticias” sobre el TCE es que la mayoría de los pacientes se recuperan dentro de los primeros tres a seis meses después de la colisión, pero para aquellos que no es así, el TCE puede dejar secuelas permanentes. Los doctores en quiropráctica están entrenados para reconocer y evaluar este tipo de lesiones y brindar tratamiento, consejos, asesoramiento nutricional y frecuentemente “hacer equipo” con otros especialistas con el fin de que “vuelva a la normalidad” lo más rápido posible.